Una señora cursi y hortera pasó a buscar un poquito de fruta y se quedó asombrada al ver el precio tan barato de Ramón. Lo introdujo en su carro y lo llevó hacia la caja. El elegante hombre le decía a la compradora y a la cajera:
-¡¿Pero qué hacéis?! no veis que no estoy en venta, ¡¿Estáis locas?!
Las dos mujeres, ignorándolo, lo metieron en el carro para que la clienta se lo llevase a su casa.
Yo me enteré y no tuve mas remedio que regañar a la cajera, echar del supermercado a la señora obesa, pedir disculpas a Rufo y darle un vale de descuento. Él me lo aceptó pero desde entonces yo no lo le he vuelto a ver más por este supermercado. La cajera esta más atenta en su trabajo y a la señora obesa la veo todos los días y ni me mira.
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