miércoles, 19 de enero de 2011

Confusión en el supermercado

-Vaya día llevo hoy -pensó Don Pedro cuando llegó a su casa y se sentó en el sillón. Don Pedro era un señor que siempre iba vestido con traje de chaqueta muy elegante. Además era muy ordenado, para ir a hacer la compra llevaba siempre una lista con lo que necesitaba; pero a causa de esto un día le ocurrió algo terrible.

Mientras Don Pedro observaba la etiqueta de la botella para comprobar si se trataba del vino que había apuntado en la lista, un dependiente que estaba etiquetando los productos vio a una mujer muy atractiva. Se quedo embobado y le puso el precio a Don Pedro sin querer. Don Pedro, de lo concentrado que estaba, no se dio cuenta. Al cabo de un rato, tras haber revisado la lista se dirigió a la parte de los congeladores. Se puso de puntillas para alcanzar lo que quería. Entonces la señora Pepa, una clienta hortera y cursi, pasó por detrás de Don Pedro y le vio el precio que tenía en la espalda. Pensando que era un producto, se caló las gafas para saber cuánto costaba. Cogió a Don Pedro por el brazo y lo llevó a la caja con el pensamiento de llevárselo a casa. Cuando llegaron, Estefanía, la cajera, estaba tan aburrida que hasta tuvo la intención de pasarlo por el lector de códigos de barra. La anciana, con una risa de satisfacción, sacó el dinero del bolso. La cajera se despabiló y preguntó: ¿Pero qué hace usted?

Don Pedro saltó al suelo y le gritó a la señora Pepa: ¡Que no soy para comprar, soy una persona!

Don Pedro, bastante enfadado, se recolocó el traje y se fue. Después de eso se despertó y se dio cuenta de que todo era sueño. Cuando fue al supermercado a comprar algunas cosas y se encontró con la señora Pepa se dio media vuelta y se fue, temeroso de que le ocurriera lo que había pasado en el sueño.

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