Pedro,el viejo gruñón le tocaba hacer la compra, mirando un vino detenidamente y con mala suerte Laura pasó por allí y Flipi le puso una pegatina a Pedro porque se quedó embobado viendo pasar a su vecina una muchacha que venía escotada y despampanante.
Pedro estaba en la cámara refrigeradora observando un producto concentradamente, cuando una señora cursi, hortera y llamativa, de unos cuarenta y ocho años se dio cuenta de la etiqueta que llevaba el señor Pedro en la espalda, se caló las gafas de presbicia para ver mejor y pensó: Qué barato es este hombre. Se lo llevó a la caja como si fuera un producto más del mercado.
La cajera, que estaba muy aburrida y perezosa, lo pasó por el lector de códigos de barras. El pobre hombre se fijó en que la señora lo miraba con cara de satisfacción y relamiéndose, se puso como un loco a chillar y a morderle el brazo para que ella lo soltara y así poder poner pies en polvorosa, pero no pudo. La señora, muy contenta, se lo llevó y desde entonces no sabemos nada del señor Pedro. Unos dicen que ella era una asesina en serie, otros que se comía a los viejos y los demás que era una ninfómana loca y pervertida. Pero nadie sabe lo que pasó de verdad.
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