miércoles, 2 de febrero de 2011

Pesadillas en El Caserío

Lo que hace a El Caserío diferente de las otras ciudades es que en vez de aire tiene impregnado el olor del plomo. Los narcotraficantes cubren completamente las calles, las habitaciones están repletas de armas, sobre las escaleras se posan unas cuantas metralletas y pistolas. Encima de los tejados se emboscan francotiradores.

Si los habitantes pueden andar por la ciudad, yo podría volar. Estamos seguros de que de esta noche no pasan, porque ya han empezado a darle chumbimba a los tombos (policía). Les conviene quedarse quietos y no mover ni un pelo, porque al mínimo movimiento los acribillan. Los lugares están repletos de matones y ladrones. Hay quien dice que es la guerrilla, pero yo digo que son las pesadillas. De noche, los cogen a los policías y le hacen la sonrisa del payaso, cogen y les dicen que a dónde quieren que les disparen, en la mano o en el pie; y si dicen que en la mano, se lo dan en el pie y si dicen que en el pie, se lo dan en la mano.

Pero lo único que sé es que te pueden matar en un abrir y cerrar de ojos, allí hay más muertos que vivos y yo puedo contarlo porque he sobrevivido.

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